Ya nadie me conoce aquí

Crecí, dejé sueños, dejé amistades. Pero cuando menos lo imaginé, lo perdí todo.
 
Desde la mentira del amor, perdí el amor que sentía por mí. Dejé todo lo que amaba tras de mí para intentar acomodarme a la imagen de quien dijo alguna vez amarme. Ahora yazco sola, sin amor, sin amigos y apenas recuperando lo que soy.
 
Mi yo que nació en lo oscuro del corazón y entre las garras de la incertidumbre se aferró a un trozo de luz, que al final fue la trampa del rape abisal, y entonces fui devorada, fui ultrajada, y sin posibilidad de hablarlo, sin poder deshacerme de los horrores que me atormentaron los primeros años sola.
 
No pude ni siquiera ser esa mujer, porque mujer completamente nunca fui. Las bromas de ser alguien más dejaron de ser bromas, pero me aprendí a conocer, me asumí, si me digo "ella" es por comodidad, porque ya viví mucho tiempo así, porque nadie se da a entenderme o a aceptar mi realidad, porque yo me tengo que amoldar a la realidad de todos.
 
Pero no todo ha sido malo. El amor no me llega ni me llegará, no de la forma que quiero. Pero tengo gente que me ama a su modo, y yo les amo a mi modo. Tengo quien dependa de mí y quien me acoge en su mismo amor, una mini copia, o más bien una versión pequeña que puede tener éxito en lo que yo fracasé. Quien puede tener una vida feliz en donde yo encontré desdicha.  
 
Pero al final soy lo que soy, la yo de quince años sigue aquí, escondidita en mi interior. El yo de dieciséis, ese que se hacía llamar Akira y que me mantenía en el vilo de la confusión sigue aquí, haciendo de las suyas. Todo yo, lo bueno y lo malo sigue aquí, y al final, aun si nadie me conoce aquí, pueden volver a conocerme. Pueden volver a quererme, y yo a ellos.  

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